viernes, 3 de enero de 2014

Sufres porque te apegas



Buda nos dejó la siguiente enseñanza: "La base del sufrimiento son los apegos"

¿A qué estás apegado tú? ¿A un coche, a una casa, a un amor, a un hijo, a una relación imposible, al dolor, al sexo, al dinero, al gimnasio, a un cuerpo perfecto, al yoga, a la comida, a las terapias...?

Apegarse a algo implica no dejar fluir. Supone querer mantener todo (cosas, personas, relaciones) tal y como tú quieres que estén. Implica querer controlar contínuamente todo lo que está a tu alrededor para que tu "felicidad" se mantenga.
Pero... inevitablemente nada es duradero. Todo está en contínua transformación. Lo que hoy es un trabajo fijo, tal vez mañana sea un despido. Lo que hoy es una relación perfecta para alguien, tal vez mañana no lo sea. Todo está en contínuo cambio y movimiento. Si nos aferramos a algo queriendo que permanezca igual, nos producirá inevitablemente sufrimiento: el hijo que se va de casa para vivir sus propias experiencias, el amor que decide dejarnos por la razón que sea, el coche que deseamos tener y no podemos, los amigos que dejamos, las personas queridas que han fallecido...

El sufrimiento desaparece cuando desaparecen los apegos.

Desapego no significa no querer a las personas, sino todo lo contrario: significa practicar el amor incondicional, respetar sus procesos. Es decir, quiero mucho a mi hijo, pero mi amor incondicional permite que se vaya, que haga su propia vida, que siga su camino sin apegarme a él, sin querer controlarle ni chantajearle emocionalmente para que esté a mi lado. Supone entender que mi amor es tan grande que permito que vuele, y que se equivoque, y que acierte, y que transiste su vida al igual que yo he tenido y tengo la ocasión de transitar la mía.

Y este ejemplo del hijo sirve también para el resto de relaciones: amigos, parejas... y para personas que han fallecido. No tiene sentido sufrir por los que se han ido, son apegos innecesarios. Ellos han seguido sus caminos. Estuvieron en nuestra vida el tiempo que fue necesario para ellos y para nosotros. Nos dejaron sus enseñanzas y nosotros les dejamos las nuestras. Hay que dejar ir para dejar de sufrir. La vida fluye y continúa cambiando aunque yo siga aferrada y resistiéndome a los cambios.

Y por supuesto, el desapego se amplia a lo material, a las cosas, a los deseos de tener algo... Ese sufrimiento que produce el ansia de desear y no tener, de conservar los bienes, de tener más cosas...

Poco a poco uno va tomando consciencia de la práctica del desapego. Poco a poco la vida nos va llevando a cada uno de nosotros al momento justo en el que nos damos cuenta de que lo que nos hace felices no es la situación que nos rodea, sino los pensamientos que hay en nuestra mente.

 Desapégate. Suelta. Entrega. Deja partir. Fluye. Vive el presente. Sin peso del pasado. Sin expectativas para el futuro. Sabiendo que todo es pasajero. Sin poses. Sin miedo. Sin culpas.

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