miércoles, 30 de octubre de 2013

Acércate al Yoga... sin miedo




Da igual si has practicado yoga antes o no.
Da igual si tienes elasticidad o estás muy rígido.
Da igual que pienses que no vas a ser capaz.

Da igual... porque cada uno de nosotros tenemos un contexto distinto. No podemos ser todos igual de capaces de hacer una actividad a la perfección. Y eso es lo importante del Yoga. Respeta todos los procesos por los que estamos pasando. Respeta a todas las personas -altas, bajas, gruesas o delgadas, con mucha o poca movilidad...- Todos somos capaces y tenemos derecho a sentirnos bien.

En yoga no juzgamos, ni nos comparamos, ni hacemos una competición.
En yoga sentimos, nos conocemos interiormente, calmamos nuestra mente y buscamos un bienestar físico.

Vente a yoga... Sin miedo


¿Déficit de atención o niños aburridos?



Somos cada día más quienes estamos convencidos de que no podemos pretender que un niño, que recibe cientos de estímulos a través de su vida cotidiana mediante la televisión, los videojuegos, los ordenadores, etc., llegue a clase y logre estar centrado y quieto en su pupitre. La sociedad ha cambiado, el entorno ha cambiado y todo lo que nos condiciona también. Por ello, un niño al que le resulta difícil concentrarse en clase no tiene un problema. El problema lo tiene el modelo de sistema educativo que no se ha adaptado a los cambios y  que sigue anclado a unos métodos educativos de otro tiempo.

Dejo aquí el enlace de la entrevista con la autora del libro rEDUvolución. Interesante y esclarecedora y sobretodo, de gran apoyo para aquellos que consideramos que la educación consciente es la base que necesitamos para que los cimientos de nuestra vida en común comiencen a cambiar y mejoren en pro de una generación de niños que crezcan de forma consciente, armoniosa y que, llegados a adultos tengan la capacidad de generar autocrítica y diálogo para construir un mundo más justo y equilibrado.

Enlace a la entrevista:
"No existe trastorno de déficit de atención, solo niños aburridos"

domingo, 27 de octubre de 2013

Niños y mandalas





Un mandala es, en idioma Sánscrito, un círculo. Círculo constituido por una serie de figuras que danzan alrededor de un punto central. Su origen data de hace miles de años en la India, y durante la historia la utilización de mandalas se ha ido extendiendo a prácticamente todas las culturas, de modo que es fácil observar formas mandálicas en los rosetones de las catedrales cristianas, en manifestaciones mayas, en la cultura celta...  

La contemplación de un mandala concentra nuestra mente en un punto y nos permite tranquilizarnos y calmar nuestra energía, nuestros estados de inquietud. Centrarse en un mandala -tanto observándolo como confeccionándolo- genera en nuestro cuerpo y en nuestra mente los beneficios de una meditación activa. Nos ayuda a relajarnos y a encontrar la paz en medio de las dificultades de nuestra vida diaria.  Por ello es una herramienta maravillosa para trabajar con niños, porque les aporta innumerables beneficios.

El trabajo con mandalas desarrolla, en el ámbito cognoscitivo la fluidez, flexibilidad y originalidad en las ideas del niño. En el ámbito afectivo y social desarrolla actitudes creativas frente a las distintas situaciones que se le presenten. En el ámbito psicomotor favorecen que el niño se exprese de forma creativa con el uso de distintas técnicas plásticas.



Los mandalas que se trabajan con niños son sencillos, dependiendo de su edad, y suelen contener elementos divertidos. Lo importante es que el niño elija el mandala que quiere rellenar y decida los colores y elementos que irá utilizando. Nosotros como adultos no debemos intervenir en ese proceso, salvo que ellos nos pidan que colaboremos en él.

Cuando el niño ya tiene conocimiento de lo que es un mandala, podemos invitarle a que cree su propia composición. Bien a través de la pintura, del collage, o de otras muchas técnicas, este proceso creativo generado por él mismo, le inducirá a un proceso de concentración, calma y autoconfianza que le irá nutriendo enormemente en su crecimiento interior y en su relación con su entorno.


lunes, 14 de octubre de 2013

Vivir como las flores




-“Maestro, ¿Qué debo hacer para sentirme bien?
Algunas personas hablan demasiado.
Otras son ignorantes.
Otras, indiferentes.
Odio a las mentirosas y
sufro con las que calumnian”.

-“Pues, vive como las flores”, le dijo el maestro.

-“¿Cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo.

-“Pon atención a esas flores”,
continuó el maestro, señalando unos lirios
que crecían en el jardín.

“Nacen en el estiércol y sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo amargo de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden.

Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos.
Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarte …
Ejercita, pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene de afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien.
Entonces te harás bien a ti.

Eso es vivir como las flores”.



lunes, 7 de octubre de 2013

Es que eso... no te da de comer



-Papá, quiero ir a clases de baile
- Pero es que con las clases de inglés, el ajedrez y las clases de informática no tienes tiempo
-¡Eso no me gusta!
-Eso es bueno para tu futuro
-¡Yo quiero jugar!
-Pero cuando seas mayor querrás tener un buen trabajo
-Sí. ¡Yo quiero ser bailarina!
-Pero es que eso... no te da de comer
….

¿Cómo continúa la historía? ¡No dudéis en pulsar el play!


martes, 1 de octubre de 2013

A vueltas con la vida

   

¿Pasamos por la vida o paseamos por la vida?

  

Cada día, observamos cómo el tiempo parece correr imparable, cómo todo sucede de un modo más rápido, cómo los procesos de vida se aceleran. Y oímos decir: “la vida se me fue en un tris”, “Se me pasó la vida sin enterarme”...

A veces, muy poquitas veces, nos detenemos, y surge el interrogante: ¿cómo deseo que sea mi vida?



Lo cierto es que la vida, esa gran maestra, quiere ser vivida y disfrutada, pero no a medias, sino plenamente… Ella está ahí, bella, esplendorosa y abundante para que la abracemos incondicionalmente… Pero nosotros estamos sumidos en nuestro día a día, en nuestras distracciones, en nuestras pequeñas cárceles… Y no la escuchamos, no la vemos, no somos conscientes de que está aquí, a nuestro lado para ser saboreada.


Cuesta mirar más allá, pero cuando lo hacemos, cuando ampliamos el grado de visión, descubrimos, aunque sólo sea por un instante, la grandeza de esa vida que merecemos en su plenitud y abundancia.


Salgamos de nuestra vorágine de actividades, de pensamientos esclavos, de estrés vacío, para mirar, aunque sólo sea por unos instantes, a esa vida que se nos ofrece en multitud de formas y posibilidades.


Más allá de nuestros pensamientos hay un espacio de quietud que nos facilita ver quienes somos realmente y lo que verdaderamente importa. La vida pasa, pero ¿cómo pasa en mi vida?