¿Pasamos por la vida o paseamos por la vida?
Cada día, observamos cómo el tiempo parece correr imparable,
cómo todo sucede de un modo más rápido, cómo los procesos de vida se aceleran.
Y oímos decir: “la vida se me fue en un
tris”, “Se me pasó la vida sin enterarme”...
A veces, muy poquitas veces, nos detenemos, y surge el interrogante: ¿cómo deseo que sea mi vida?
Lo cierto es que la vida, esa gran maestra, quiere ser
vivida y disfrutada, pero no a medias, sino plenamente… Ella está ahí, bella, esplendorosa
y abundante para que la abracemos incondicionalmente… Pero nosotros estamos
sumidos en nuestro día a día, en nuestras distracciones, en nuestras pequeñas cárceles…
Y no la escuchamos, no la vemos, no somos conscientes de que está aquí, a
nuestro lado para ser saboreada.
Cuesta mirar más allá, pero cuando lo hacemos, cuando ampliamos
el grado de visión, descubrimos, aunque sólo sea por un instante, la grandeza
de esa vida que merecemos en su plenitud y abundancia.
Salgamos de nuestra vorágine de actividades, de pensamientos
esclavos, de estrés vacío, para mirar, aunque sólo sea por unos instantes, a esa
vida que se nos ofrece en multitud de formas y posibilidades.
Más allá de nuestros pensamientos hay un espacio de quietud
que nos facilita ver quienes somos realmente y lo que verdaderamente importa. La
vida pasa, pero ¿cómo pasa en mi vida?
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