lunes, 20 de enero de 2014

Orden en el caos




Las clases de Yoga para Niños suelen ser caóticas por momentos. Al menos las mías... 


¿Y eso es malo? En absoluto. Los padres y las personas que trabajamos en pro de una educación consciente sabemos que el caos es una llamada de atención hacia un cambio. Bien hacia una escucha y observación más profunda para ver lo que hay detrás, bien a través de un cambio en la actividad, bien poniendo límites conscientes o bien a través de otras acciones respetuosas con los niños.

Los niños, al igual que los adultos, necesitan estados de expansión y de contracción, como nuestra respiración. Se expanden en una actividad abierta, jugando libremente, corriendo por el parque... Y se contraen en una actividad de recogimiento, de concentración, como escuchando un cuento, o centrándose en una actividad manual, o simplemente cerrando los ojos y visualizando una figura. Los niños requieren de esos ritmos de expansión y contracción alternativamente para fluir con los ritmos de la naturaleza y lograr encontrarse bien.

Los pequeños viven el presente, el ahora. Vienen con sus emociones disparadas a flor de piel, con sus vivencias del día impacientes por contármelas, y sobretodo con su pequeña carga de frustraciones, enfados o alegrias.
Mi forma de trabajar el Yoga con Niños no es rígida, ni impositiva. Es fluida. Fluye en cuanto que cada día es distinto, porque cada niño viene de forma distinta a clase en función de muchos factores: de cómo haya estado el ambiente en su casa, de cómo ha sido su dia de cole, de qué tiempo hace en la calle...

Por ello, para mí es importante que ellos encuentren un espacio para expresar esas emociones que no encuentran forma de canalizar en su vida cotidiana. Un espacio de soltar, de compartir, donde encuentren calor y comprensión. Todo ello con juegos en los que desarrollan -sin darse cuenta- habilidades de concentración, comunicación y sobretodo de fuerza de voluntad.

Y por supuesto, también trabajamos las posturas clásicas de Yoga, pero de distintas formas a los adultos -es impensable que un niño pequeño mantenga una postura de yoga más allá de unos segundos, porque su naturaleza inquieta les invita a moverse contínuamente- Por ello las posturas de yoga las trabajamos con música, imitando animales, o improvisando cualquier otro juego.


Yoga significa unión. Y un estado de yoga es la unión de mente, cuerpo y emociones con la finalidad de encontrar un equilibrio y una actitud de crecimiento y comprensión ante la vida. Los niños de hoy en día están sometidos a muchas tensiones, a una exposición excesiva a pantallas electrónicas (tv, tablets, juegos en teléfonos), a falta de horas con sus padres porque están trabajando... Por ello es importante darle al niño ese espacio para que suelte esos sentimientos que normalmente no pueden soltar en casa y que hacen que sus comportamientos en ocasiones nos parezcan incomprensibles. Ellos van soltando sentimientos, simplemente jugando, sin decirles que lo hagan. Y sin darse cuenta, van "limpiando" patrones acumulados de rabia, dolor, inseguridad, etc.

Trabajar con el caos supone trabajar siempre con actividades que se adaptan a la situación que está generándose en ese momento. No hay dos clases iguales, al igual que no hay dos situaciones de vida iguales. Todo cambia a cada segundo, y los niños son una fuente de fluidez y creatividad contínua.

Hay que estar preparado para saber canalizar ese caos, esa naturaleza vibrante y movida de los niños -no olvidemos que son como cachorritos, y los cachorritos no paran de moverse, de curiosear, de aprender jugando- Por ello, en cada clase de Yoga para Niños no sólo aprenden ellos, también aprendo yo de ellos a fluir y a no resistirme al cambio.

Son unos grandes maestros los niños. Siempre aprendo de ellos.


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