Dolorosa decisión..
Los enormes ojos azules de la veterinaria me miraban con compasión
y comprensión cuando me dijo que seguir con vida era condenarte a un
sufrimiento agonizante hasta la muerte.
Un grito de ahogo interno despertó mis lágrimas.
En ese
instante, tú y yo, gatito, sabíamos que la decisión ya estaba tomada. Es más…
creo que tú ya la habías tomado cuando
apareciste hace unas semanas acurrucado en mi barbacoa con esa tremenda herida en el hocico…
Ahora sé que tu mirada no me pedía agua oxigenada, ni comida… Ni siquiera unos
mimos…
Ahora sé por qué me buscabas cada día y maullabas demandando
mi mirada. Ahora sé por qué no comías apenas, y porqué mis curas no te hacían
efecto… Ahora sé que me estabas pidiendo acabar con tu sufrimiento
Y ahora me ruedan lágrimas de dolor, porque no supe entender
tu mensaje, y porque no tuve la suficiente humanidad para llevarte antes al
veterinario…
Gatito callejero, fuiste de todos, pero no eras de nadie
Hoy, cuando decidí ponerte la inyección que te sumiría en un
sueño del que no despertarías, te miré a los ojos diciéndote “lo siento” desde
mi corazón … Y me miraste fijamente con los ojitos cansados… y sentí amor.
Mucho amor
Esta mañana, en mi paseo por el bosque, mucho antes de saber
que ya no volverías, la intuición me llevó a un rincón escondido donde habitaba
una corticeira centenaria. Un lugar que sentí mágico… Y había laureles y mimosas que acariciaban mis
brazos como suaves plumas… Agradecí al lugar haberme guiado hasta allí, sin
saber muy bien qué quería de mí aquél sitio.
Luego lo supe
Tu alma ahora estará volando libre, y tu cuerpecito descansa ya arropado por la
tierra que nutre las raíces de una corticeira gigante como guardiana del lugar
y de unos laureles y mimosas que no te dejarán sólo en tu viaje.
No estás sólo gatito. Ya no lo estás.
Permanecerás en mi recuerdo para siempre. Fuiste tú quien vino a sanarme
No hay comentarios:
Publicar un comentario