sábado, 17 de mayo de 2014

Fluyendo... o no...



¿Cuál es mi verdadero yo?

Me lo pregunto muchas veces. Soy consciente de mis capas de cebolla que ocultan esa esencia. Consciente de que esos pequeños disfraces tardan tiempo en disolverse y que, aunque esté trabajando para transitarlos y trascenderlos, no se van con facilidad... Tal vez no tengan que irse con facilidad... Tal vez el solo hecho de intentar transitarlos estén bloqueando el proceso... O tal vez no, quien sabe...

Sólo sé que no sé nada. Afortunada y sabia frase. Cuando creo tener el quiz de la cuestión, aparece otro planteamiento que da otra vuelta de tuerca a todo, cambiando las reglas de juego y empujandome a reinventarme de nuevo.

Intento fluir. Hay muchas formas de hacerlo. Hay quien fluye desde la racionalidad. Hay quien lo hace desde el abandono total... Yo en este instante lo hago desde la intención de hacer lo que intuyo y siento, desde la puesta en marcha de un proceso que parte desde el corazón. Una vez puesta la energía en ello, es cuando dejo fluir... Y si tiene que darse, se dará... sin más... Sin intentar retenerlo para que no se escape. La experiencia me ha mostrado que cuando quiero mantener algo, siempre se escapa... es la lógica de la vida. No puedo retener todo el caudal de un rio... sería tan difícil... y sobretodo, sería tan triste... ¿Acaso no tienen los pantanos un aire de profunda tristeza?

Y fluyendo de este modo es como se van dando situaciones nuevas, curiosas, decepcionantes, tristes, graciosas... como la vida misma, pero sin intentar encontrarlas una explicación lógica o persiguiendo algo que percibo que ya está muerto. Sin intentar controlar esas situaciones -aunque a veces mi mente quiera lo contrario y me lleve al lado más racional-.

Hace mucho que aprendí que todo tiene su tiempo. Tiempo para reir, para llorar, para gritar, para bailar, para desesperarse, para sufrir... En definitiva, tiempo para vivir. ¿Qué es la vida sino pedacitos de experimentos? La vida se escapa a cada instante. Y la vida nace a cada instante. Es como una respiración: en el momento en que inhalamos llevando vida a nuestro organismo ya nos estamos preparando para morir, para exhalar...

Es como un día de vida, nos despertamos naciendo a lo imprevisible del día y morimos cada vez que nos dormimos.
Es como una vida humana, nacemos, transitamos años y morimos...
Es como toda una eternidad de vida... Todo en el universo sigue los mismos ritmos

Todo, absolutamente todo es cíclico. Nacemos y morimos a cada instante.
... Y entonces, vuelvo a recordarme de nuevo que nada permanece. Todo se transforma a cada instante. Así que... estoy tranquila, porque sé que todo lo que ha de ser, será.

Con amor,
Ángeles

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