viernes, 27 de junio de 2014

Si le hubiera cortado las alas...



"Hegoak ebaki banizkio, nerea izango zen, ez zuen aldegingo.
Bainan honela, ez zen gehiago txoria izango
Eta nik... txoria nuen maite..."

("Si le hubiera cortado las alas, hubiera sido mío, no se hubiera ido.
Pero de este modo, ya no volvería a ser un pájaro
 Y yo... lo que amaba era un pájaro... ")

Los años en los que Euskadi me acogió entre sus montes y sus gentes, me llegó bien hondo la canción de Mikel Laboa, Txoria txori. Toda una lección de vida en cuatro bellas frases. Un gran canto a la libertad... A la mía y a la de los demás.

¿Cuántas veces estoy cortando la libertad del otro conscientemente? ¿Por qué me empeño en cortarle las alas a ese pájaro que me enamoró por su belleza de vuelo, por su libertad? ¿Por qué quiero mantenerlo en mi jaula de oro observando cómo se entristece y como es incapaz de entonar alegre su canto?
¿Acaso no me doy cuenta de que estoy enterrando lo que me gustaba de él? ¿Acaso no siento que tenerlo apresado hace que yo también esté presa?

Tenemos que aprender a soltar.

Retener a alguien cuando le toca volar sólo alarga las agonías. Sólo retrasa los procesos de crecimiento.
No dejar volar al otro supone no querer volar yo. Conlleva no querer hacerme cargo de la responsabilidad de mi vida. No puedo contener un torrente, no puedo contener la fuerza de la vida, porque si lo intento, antes o después, ese torrente me derribará dolorosa y profundamente.

Hay una canción de Andrés Calamaro que dice "todo lo que termina termina mal, poco a poco/ y si no termina se contamina más/ y eso se cubre de polvo..."
Y algo de cierto hay en esas frases. Querer mantener algo que sentimos finalizado hace tiempo, lo único que hace es contaminar la relación -sea cual sea- convirtiéndonos en enfermos que van sintiendo cómo todo el tejido que hubo de amor se va engangrenando lenta pero firmemente.

Los procesos de la vida son inevitables. La vida fluye y tenemos que ser capaces de sentir cuándo soltar amarras, aunque duela. La vida es muy simple. Y sólo los humanos nos empeñamos en complicarla...

Con amor,
Ángeles



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