sábado, 7 de junio de 2014

La calle del Jilguero



De pequeños jugábamos, pero también nos peleábamos y nos insultábamos -con motes que ahora resultan bien graciosos, pero que entonces nos parecían una enorme ofensa que nos encolerizaba-

La infancia jugando en la calle de la abuela Ángeles fue bonita. Una calle humilde, sin apenas tráfico, flanqueada por casas bajitas que cada familia se había construido con sus propias manos décadas antes... Entre otras estaba la casa del carpintero, la de la curandera-la señora Eulalia-, la de la señora Asun -que tenía siempre higos en verano-, la de la señora que vendía huevos, la del señor Mariano, ese abuelito tan mayor con sus gafas oscuras, su jardín con rosas y tan amable con todos... y la de la abuela, desde donde se veían los fuegos artificiales en las fiestas de Valladolid, eso sí, a lo lejos... lejísimos...

Y en esa calle crecimos. Grupos de niños con niños y de niñas con niñas, que vez en cuando nos juntábamos  todos para jugar al escondite o a bote... Los primeros pinitos en la bicicleta de mi hermano Jose -una bici con una pila de años-, la "profesionalización" con la BH de mi hermano Toño... y que luego fue pasando a mi hermana Yoli, y luego a Sonia... la misma herremienta para todos. Cada uno aprendiendo en su momento... y esas caidas de las que nadie se libró en el asfalto de gravilla, donde las heridas en las rodillas se mantenían con eternas postillas que, de vez en cuando, nos arrancábamos aún sabiendo que dolería...

Las noches de verano en el patio de la abuela, la merienda de bocata de chorizo, la abuela que decía: "el pan no se tira, que es de Dios", pan que yo dejaba en el alfeizar de la ventana creyendo que así Dios no se molestaría...

Los paseos -sin adultos que velaran por nuestra seguridad- por el rio Esgueva, cuando aún no estaba tan "civilizado" como ahora. Cuando se oía cantar a las ranas y el camino era de tierra y lleno de asalvajadas hierbas y flores...


Gran infancia.
No hace falta mucho para construir una infancia feliz

Con amor a todos los que compartieron conmigo esos años
Ángeles



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