domingo, 12 de febrero de 2017

Nada que callar

      -podrán morir las personas, pero no sus ideas-

Este jueves 9 de febrero, me uní a los familiares que, 80 años después, pudieron hablar ante las tumbas de las 12 personas fusiladas el 9 de febrero de 1937 en el paredón del cementerio de San Francisco, en Orense.

Su dolor me inundó. Sus historias me llenan de impotencia. Pero su entereza me hace vibrar y plantarle cara a la incoherencia y a aquellos que siguen queriendo acallar las atrocidades que hicieron. Es tiempo ya de mirar las heridas q nunca sanaron. 

Es tiempo de gritar lo que con miedo han intentado acallar a buenas gentes, familias enteras a quienes destrozaron y marcaron sus vidas y que aún hoy lloran de impotencia. Es tiempo de recordarlos, de sacarlos del olvido, de escuchar sus historias, de agradecerles y de mantenerlos presentes. Es tiempo de abrir las cunetas y poner luz en la presencia de los más de 100.000 desaparecidos en este país. 

País hipócrita y de cobarde tiranía con las personas que claman hoy justicia por todos ellos... Y por nosotros. No puedo olvidarlos. Porque no puede haber un futuro huérfano de memoria. Porque quien no conoce su historia está condenado a reproducir los mismos errores. Ya está bien... Ya es hora

Ángeles