viernes, 24 de octubre de 2014

Marrón... o tal vez no





Primero fue una especie de lengua de fuego con rojos intensos bajo un fondo multicolor enmarañado… después se transformó en dragón… el dragón intentaba tirar de una mujer triste que estaba dentro de él… La mujer se hizo uno con el dragón… 

El dragón comenzó a cambiar… se transformó en un rostro con grito desesperado… los negros ojos y la boca se fueron uniendo conformando dos curvas fluidas que comenzaron a despeinarse con manotazos amarillos…

Algo de mí no acababa de encontrar un sentido… toques de negro van integrándose con el amarillo… No me convence… Y mis palmas comienzan a deslizarse por el papel que ya no absorbe más pintura, juntando todos los colores, haciendo desaparecer las formas intuitivas...

Me digo “esto es una mierda” y quiero escribir “NADA”, pero mis manos no quieren hacerlo… de pronto… se dedican a sentir la textura suave de la pintura y dejan que fluyan resbalando sobre ese amasijo de colores que ya no lucen bonitos ni brillantes, pero que en cambio siguen ahí, integrados, en esencia… formando parte de ese caos, de ese color marrón en el que se ha convertido mi pintura.

No me gusta… Y eso, me gusta.

Comprendo la lección. Todo se ha ido transformando. La pintura está viva. Nunca tiene fin. Como la vida.

Pasa por estados de belleza, de odio, de perplejidad, de calma, de caos… para volver de nuevo a transformarse una y otra vez… No importa lo pasado, lo que importa es la capacidad de transformarlo aunque el camino se convierta en una nube marrón… porque siempre queda la posibilidad de comenzar a crear algo nuevo a partir de ello…

… “Cuando creas que todo acabó, todo vuelve a empezar, cuando creas que ves el final, será que recién va a empezar”…

Con amor,
Ángeles

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