Estupenda postura que nos proporciona múltiples beneficios: Fortalece la espina dorsal. Elonga el pecho, los pulmones, los hombros y el abdomen. Estimula los órganos abdominales. Ayuda a aliviar el estrés y la fatiga. Abre el corazón y los pulmones. Calma la ciática y produce una mejora en estados de estres y cuando padecemos asma.
¿Cómo la preparamos?
Separa los pies unos pocos centímetros. Pon las manos justo debajo de los hombros. Inhala y presionando con las palmas sobre el suelo, levanta el torso manteniendo el hueso púbico en el suelo. Lleva la caja torácica hacia adelante, mantén los codos ligeramente flexionados. Lleva los hombros a una posición neutra, atrás y lejos de las orejas. Deja el cuello libre y largo.
Activa las piernas y presiona con ellas en el suelo. Mantenlas estiradas y alineadas. Activa también los glúteos pero no los contraigas, si no, extenderás demasiado la zona lumbar y eso puede causar molestias.
Por último mira hacia arriba.
Variaciones:
Si sientes una tensión excesiva en la zona lumbar haz la postura sobre los antebrazos en vez de sobre las manos (postura de la esfinge) y separa un poco las piernas. Esto consigue liberar tensión en dicho área. Asimismo, sin tienes problemas en las cervicales, no intentes llevar la cabeza hacia atrás.
Contraindicaciones: Hipertiroidismo, úlcera péptica o hernia. Si la práctica de esta asaana produjera alguna molestia en la espalda, habrá que disminuir su intensidad hasta encontrar un nivel que resulte confortable. (Ver Variaciones).
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