Tengo muy presente la visita que hice hace poquito a un cole de niñ@s y adolescentes con discapacidad. Chicos y chicas a los que nosotros - los que nos hacemos llamar "gente normal"-, denominamos discapacitados.
Gracias a Alicia, la directora del cole, que me hizo un recorrido por todo el centro, pude acercarme a su realidad y al trabajo tan bonito que los profes, cuidador@s y resto de personas que forman parte del equipo, desarrollan con ell@s... Y sobretodo pude ver la sonrisa, los enfados, los abrazos, la timidez y toda la vida latente en l@s alumn@s.
Desde ese día, no hago más que sentir "en vena" tanta belleza cómo encontré. Porque cuando tomas contacto con ellos, cuando te muestras receptiva y agudizas tu escucha, cuando estás presente desde el corazón, te das cuenta de toda la grandeza que poseen. Esa grandeza que nosotros, los "normales" hemos perdido, olvidado y pisoteado.
¿Quién está realmente discapacitado? ¿Ellos que actúan desde su autenticidad, espontaneidad y sin máscaras? ¿O nosotros que adoptamos poses rígidas y complacientes, poses que muestran lo que no somos, manteniendo una postura de comportamiento socialmente aceptable, pero falsa en nuestro verdadero fondo?
¿Cuantos cursos de auto ayuda, cuantas sesiones de mindfulness, cuantas terapias de crecimiento personal estamos necesitando los "normales" para volver a recuperar esa alegría, inocencia y espontaneidad de la que ellos gozan?
Estamos buscando lo que ellos tienen, lo que ellos son en esencia y muestran sin tapujos.
Por eso nos cuesta tanto acercarnos a ellos. Por eso la sociedad tiende a rechazarlos o a aislarlos, Por que a los "normales" nos resulta insoportable su espontaneidad y su verdad... Porque, en el fondo, es lo que nosotros querríamos volver a tener.
Nosotros, los "normales", somos realmente los discapacitados. Nosotros somos los que estamos sesgados.
Ellos son nuestros verdaderos maestros. No tengo ninguna duda.
Gracias Alicia, por permitirme conectar mi corazón con tantos bellos corazones.
Ángeles ♥
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