sábado, 12 de julio de 2014

El árbol de la vida



Somos los que somos debido, en una pequeña parte, a nuestras experiencias y en una gran parte a lo recibido de nuestra familia. No sólo de nuestros padres, sino también de todas las generaciones anteriores a ellos. Todos los que me preceden forman parte de mí. No nos corresponde juzgar sus vidas, sino respetarlas, agradeciéndoles a todos ellos el mayor milagro: habernos dado la vida.

Una vida que tenemos para construir y desarrollarnos plenamente enfocándonos en crear y caminando a nuestra manera. No para mirar hacia atrás y juzgar o rechazar los comportamientos de nuestros padres, abuelos y demás antepasados... Ellos lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron.

Hay un precioso escrito del monje budista Thich Nhat Hanh que no puede expresar mejor el agradacimiento a todos nuestros ancestros. Sentir y pronunciar estas palabras desde el corazón, hace que nos reconciliemos con nuestras propias resistencias y miedos, honrando a todos aquellos que forman parte de nosotros, y reconociendo su esfuerzo por intentar transmitirnos su amor -aún cuando no pudieron o no fueron capaces de poder expresarlo-

Este bello escrito dice así:

En agradecimiento, me postro ante todas las generaciones de antepasados de mi familia biológica. Veo a mi madre y a mi padre, cuya sangre, carne y vitalidad corren por mis propias venas y alimentan cada célula de mi cuerpo. A través de ellos veo a mis cuatro abuelos. Sus expectativas, experiencias y sabiduría me han sido transmitidas a través de innumerables generaciones de antepasados. Llevo en mí la vida, sangre, experiencia, sabiduría, felicidad y dolor de todas las generaciones. Practico para transformar el sufrimiento y los demás elementos susceptibles de ser transformados. Abro mi corazón, carne y huesos para recibir la energía de la visión interior, del amor y de la experiencia transmitidos por mis antepasados. Veo que el origen de mis raíces procede de mi padre, mi madre, mis abuelos, mis abuelas y todos mis antepasados. Sé que sólo soy la continuación de este linaje ancestral. Por favor, apóyame, protégeme y transmíteme tu energía. Sé que dondequiera que los hijos y nietos estén, los antepasados también están allí. Sé que los padres aman siempre y apoyan a sus hijos y a sus nietos aunque no siempre sean capaces de expresarlo eficazamente por culpa de las dificultades que han tenido. Veo que mis antepasados han intentado construir un modo de vivir basado en la gratitud, la alegría, la confianza, el respeto y el amor compasivo. Como continuación de mis antepasados me postro profundamente y permito que sus energías fluyan a través de mí. Pido a mis antepasados que me apoyen, me protejan y me den fuerza

Con amor,
Ángeles



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